lunes, 26 de diciembre de 2011

“Para mí la lectura significa entrega...”

   “A través de la lectura me puedo olvidar de los  problemas del diario vivir, puedo transportarme, crecer, enriquecer el intelecto. Para mí la lectura significa entrega, significa  no tener fronteras ni limitaciones, significa el infinito”. Así se expresó Alba Nydia Díaz, una de nuestras más destacadas actrices puertorriqueñas.

   Dicha actriz nació en Caguas. Estudió secretarial, contabilidad, sicología y terminó el bachillerato en Educación y Drama en la Universidad de Puerto Rico (UPR), recinto de Río Piedras. No obstante, incursionó en el campo de la actuación desde muy pequeña.

    En el año 2000 fundó, junto a Sonia Valentín, Producciones Copelar, una empresa de cine para televisión. Han presentado varias películas, entre ellas: Plaza Vacante, ¿Y si Cristóbal despierta? y Sudor amargo ( que ha estado en cinco festivales de cine  alrededor del mundo). Actualmente están trabajando en una serie titulada Psicosis y en una nueva película titulada 65 de Infantería.

    Alba Nydia Díaz prefiere la novela romántica y erótica. Le encantan las biografías. También le gusta leer sobre racismo, problemas laborales, problemas de identidad y mística. Los tres libros que más le han impactado en los últimos siete años son: Verónica decide morir, Paula y El amor en los tiempos del cólera.

    Verónica decide morir, de Paulo Coelho, narra la historia de una joven que por querer quitarse la vida, es llevada a un manicomio, donde nunca pensó que encontraría verdaderas razones para conservar la vida.

    “Este libro me gustó muchísimo porque lo que plantea es algo que yo todos los días me preguntaba a mí misma: por qué no saboreamos mejor la vida, por qué no nos damos más oportunidades, por qué no disfrutamos cada momento como si fuera el último. Yo me vi a mí misma en este libro. Me cuestioné el porqué tenemos que esperar a estar condenados a muerte para vivir mejor, si deberíamos vivir cada día como si fuera el último”.

    Paula, de Isabel Allende, es el relato de cuando la autora se encontraba en España y su hija entró en estado de coma. Inicialmente, Isabel Allende comenzó a redactar una historia de su familia para regalársela a su hija una vez despertara, pero el estado de Paula se prolongó durante meses y sus notas se convirtieron en una novela que trata de sus vivencias, así como las de su familia y las de la historia de su país.   

   “Mientras leí el libro yo viví el diario de la autora, todos los días visitando ese hospital. Me  decía que perder un hijo debe ser el dolor más grande que uno puede pasar, tan grande que no me lo puedo imaginar. Me afectó de la manera más humana, me conmovió profundamente”.

   El amor en los tiempos del cólera, de Gabriel García Márquez,  cuenta dos historias: la de un amor secreto que culmina en la muerte y la de un amor que hace de los tormentos su alimento. Una muchacha de 18 años rechaza al hombre de quien ha estado enamorada y con quien le han impedido unirse. Más de 50 años después, cuando ha muerto otro hombre con quien se ha casado, se reúne con aquel primer amor suyo.

    “Esta novela me devolvió la fe en el romanticismo. Cuando el amor perdura hasta una edad madura es un amor verdadero, un amor que ha sobrepasado la pasión y la entrega y se convierte en un  amor lleno de  sabiduría”.

    “A la hora de yo escoger un libro muchas veces leo por intuición, me parece que la intuición es maravillosa. No me apasiono por la venta comercial. Sí,  hay autores que me encantan como Luis Rafael Sánchez (que para mí es el mejor de Latinoamérica) y Rosario Ferré. Indudablemente, soy partidaria de que en Puerto Rico tenemos excelentes escritores. El problema de muchos autores puertorriqueños es que no tienen la misma oportunidad de mercadeo y distribución que otros autores latinoamericanos. También leo mucho teatro. Y, además, me gusta mucho la literatura de Mayra Montero y de Iyanla Vanzant (una sacerdotisa budista)”.

    Alba Nydia Díaz estima que la lectura es muy importante para el crecimiento personal e intelectual de la mujer actual. “Si no lees te estancas, no tienes crecimiento a ningún nivel. La medicina, incluso, ha probado que la lectura es muy importante para no perder la memoria en la vejez. Yo me mantengo leyendo, trato todos los días de leer algo. La mujer de hoy día debe mantenerse en guardia y la mejor manera de enterarse de lo que ocurre a su alrededor es leyendo. La lectura es importantísima para el desarrollo y crecimiento individual, no sólo de la mujer, sino del ser humano.

“La lectura es una fuente de vida...”

   Es una de las actrices puertorriqueñas más conocidas. Lleva alrededor de treinta años deleitándonos con su arte. Idalia Pérez Garay nació en Santurce y estudió su bachillerato en Humanidades con una concentración en Bellas Artes en la Universidad de Puerto Rico (UPR), recinto de Río Piedras.  Logró una maestría en Actuación en Schiller College, Francia.

    Pérez Garay ha sido profesora de actuación, directora y diseñadora de vestuario para obras de teatro. Actualmente es la Directora del Departamento de Drama de la UPR, recinto de Río Piedras, y Directora artística de Teatro del 60.

 
Como actriz es una voraz lectora de obras de teatro, pero también lee distintos tipos de textos y obras literarias. Los tres libros que más le han impactado en los últimos siete años son de autores contemporáneos puertorriqueños: El libro de afectos culinarios, No llores por mí Puerto Rico y Vuelo del cisne.

    El libro de afectos culinarios, de Carmen Vázquez Arce, es un libro de recetas. “Afectos culinarios” significa que son recetas de sus amistades. Antes de cada plato principal la autora escribe un relato que tiene que ver con sus amistades, con la historia de Puerto Rico, la historia de su vida, de sus relaciones con la gente y cómo las recetas llegan a ella.

   “Es un libro precioso y hecho con mucho sacrificio, como pasa con casi todos los autores aquí en Puerto Rico. Me impresionó la originalidad con la que ella presenta las recetas de sus amigos”.

    No llores por mí Puerto Rico, de Luis Rafael Sánchez, es una recopilación de ensayos sobre Puerto Rico en que el autor presenta su interpretación de distintas situaciones de la realidad puertorriqueña.
“Es brillante la lucidez con la que él habla de Puerto Rico. Me identifico con sus ideas, es un libro maravilloso. Me encanta la literatura puertorriqueña, tenemos un despliegue de literatos que son extraordinarios”.

   Vuelo del cisne, de Rosario Ferré, es una novela  que trata de la historia de una bailarina mundialmente famosa, que  visita  Puerto Rico en el 1917 en gira artística y se enamora locamente de un atrevido revolucionario al que le dobla la edad.

“Me impresionó el  tratamiento poético de la historia de Puerto Rico y también lo interesante que es la historia de la bailarina rusa”.

    La lectura ha sido tan significativa para Idalia Pérez Garay que la ha inspirado a crear. Este es el caso de la obra de teatro ¡Puertorriqueños?, que la actriz trabajó durante  ocho años en la planificación y diagramación y que finalmente José Luis Ramos Escobar escribió. Esta obra fue un gran logro profesional. Recibió en 1999 seis premios otorgados por el Círculo de Críticos de Teatro de Puerto Rico: mejor actriz, mejor obra, mejor partidura musical, mejor producción del año, mejor vestuario y actor novel del año.
  
   Para la actriz y profesora la lectura es fundamental. “Yo soy una lectora incansable y pienso que la lectura es esencial para cualquier profesión. Es la manera de instruirse, darse terapia, de aprender, de tener un motivo para vivir. La lectura es una fuente de vida. Hay que leer con gusto, no obligado”.

    Para seleccionar lo que considera un buen texto, Idalia Pérez Garay se deja llevar por recomendaciones y críticas de libros. “Me encanta leer a los autores puertorriqueños”.

    La lectura ha mejorado sus destrezas de comunicación oral y escrita.  Mientras más  lee, más vocabulario adquiere. Además, desarrolla significativamente su capacidad para memorizar.

    “Me parece muy importante que la mujer lea porque se informa a través de la lectura, puede mejorar su calidad de vida y autoeducarse. Hoy día una mujer no tiene por qué no estar enterada de lo que está pasando en el mundo. Es una maravilla vivir en esta época, yo no viviría en otra época que no fuera ésta porque estoy informada y me parece que esa es la gran diferencia entre nosotras y las mujeres de hace cincuenta años. Para mí tener información es una maravilla. Exhorto a las mujeres a que se eduquen por medio de la lectura”.
   
   

  

“El que tiene un libro nunca está solo...”

“Yo toleraría hasta el encierro si tuviera la posibilidad de leer, porque a través de la lectura se viaja a cualquier lugar del mundo. El que tiene un libro nunca está solo. Por medio de la lectura se es libre. No estás condicionado a tu momento histórico, ni a tu realidad física o geográfica”. Así se expresó Johanna Rosaly Guillermety, una de nuestras más sobresalientes actrices puertorriqueñas.

    Nació en Santurce.  Empezó a estudiar actuación, baile y canto a los 8 años. Emprendió su carrera como actriz de televisión y teatro a los 9 años de edad.
 
   Estudió Humanidades en la Universidad de Puerto Rico (UPR), recinto de Río Piedras. Su bachillerato se concentró en Literatura Comparada y Francés. Además, ha tomado cursos de Literatura Puertorriqueña conducentes al grado de maestría, en el Centro de Estudios Avanzados de Puerto Rico y el Caribe.

    Johanna Rosaly no sólo se ha destacado como actriz, sino también como productora, periodista, animadora, cantante, profesora de actuación y dicción, entre otros.
 
“Yo tengo dos tipos de lectura que me complacen y que me resultan útiles: la novela histórica y el teatro”, comentó. Los tres libros que más le han impactado en los últimos siete años son: Ulises, Los soles truncos y Los ángeles se han fatigado.

   Ulises, de James Joyce, es una novela cuya idea principal se basa en la Odisea de Homero que abarca un periodo de 24 horas en las vidas de Leopold Bloom, un judío irlandés, y de Stephen Dedales. El clímax se produce al encontrarse ambos personajes. El tema principal de la novela gira en torno a la búsqueda simbólica de un hijo por parte de Bloom y a la conciencia emergente de Dedalus de dedicarse a la escritura.
  
   “Con esta obra aprendí a profundizar en el texto y a buscar la palabra exacta para lo que se quiere decir. Esta novela la leí en mis años de estudiante, pero la he retomado porque  ha sido muy útil en mis análisis de personajes y en mi vida”.

  Los soles truncos, de René Marqués, es una obra de teatro que dramatiza el conflicto de la conciencia histórica con el tiempo destructor, representado por tres personajes femeninos, de gran fuerza, que se inmolan en busca de la libertad.
  
“Yo leo mucho teatro y tan temprano como a los diez años  fue esta pieza la que me abrió los ojos y el alma al poder de la palabra a través de la dramaturgia. Quedé tan impactada con este texto que se me abrió el apetito para leer teatro. Y no puedo dejar de mencionarlo”.
 
   Los ángeles se han fatigado, de Luis Rafael Sánchez, es un monólogo. En éste, el personaje de Ángela, desprendida de una vida de lujos y comodidades en su pueblo de Yauco, vive rumiando los bares y las calles del Viejo San Juan, dependiendo de las migajas y desprecios de los marinos y oficiales a quien ella llama ángeles. Rechazada por sus clientes, camina una cuerda floja entre la cordura y la locura.
 
   “Yo, dentro de mi tendencia al análisis, le veo un significado sociopolítico a la pieza. Para mí el personaje de Ángela es una alegoría de Puerto Rico porque ella, al igual que nuestra isla, es vendida a los militares norteamericanos que la usan y la abusan. Pienso que la tesis del autor, en cierta forma, es que sólo a través de la enajenación podremos alcanzar la libertad”.
 
    Estas lecturas  han llevado a Johanna Rosaly a ser una persona de gran apertura intelectual y moral. “Quiero pensar que soy una persona capaz de comprender las particularidades de cada cual, que no juzgo y que no me siento dueña de la verdad o de las maneras de vivir. Me perturba ser intolerante, reconozco que éste ha sido mi pecado mayor y estoy luchando contra eso. Creo que soy mejor persona por la lucha que llevo contra la intolerancia”.

   En cuanto a cómo ha influido la lectura en su desempeño profesional, comentó: “Al leer tanto sobre otras culturas he adquirido un trasfondo sociocultural que me es muy útil a la hora de  interpretar personajes ajenos a mi realidad. Todo el bagaje que obtengo a través de lectura lo puedo poner al servicio de la interpretación”.

   Johanna Rosaly entiende que la lectura es indispensable e igualmente importante para la mujer, el hombre, los niños y los ancianos. “La lectura le da alas al espíritu. Puedes volar tan lejos como quieras a través de la lectura”.

martes, 6 de septiembre de 2011

“Los escritores somos lectores obsesionados...”

    Es una de las escritoras puertorriqueñas contemporáneas de mayor éxito. Y una lectora voraz.

   “Los escritores somos lectores obsesionados. Nos gusta tanto y tanto el proceso de leer a otros que de repente escribimos para que nos lean. Pero gracias al cielo los escritores escribimos mucho menos de lo que leemos”, así se expresó Mayra Santos-Febres, autora de tres poemarios: Anamú y manigua, El orden escapado y Tercer mundo;  tres libros de cuentos: Pez de vidrio, El cuerpo correcto y Un pasado posible y pez de vidrio;  dos novelas: Sirena Selena vestida de pena y Cualquier miércoles soy tuya, y una obra de teatro: Matropofagia.

    Santos-Febres nació en Carolina. Es profesora de literatura en la Universidad de Puerto Rico (UPR), recinto de Río Piedras, desde  hace diez años. Tiene un bachillerato en Estudios Hispánicos de la UPR. Su maestría y doctorado los obtuvo en la Universidad de Cornell en Nueva York. Allí estudió Artes y Literatura con una concentración en Literatura Caribeña y Latinoamericana, y en Teoría Literaria.

     Como escritora es una lectora asidua, casi “adicta”. Los tres libros que más le han impactado en los últimos siete años son  novelas: Beloved, Pedro Páramo y Tinísima.



    Beloved, de Toni Morrison, es una novela ambientada en Ohio, 1873, poco después de terminada la Guerra de Secesión, cuando las condiciones sociales de los africanos aún no logran una vía que les permitan su liberación definitiva.

    “Me sentí muy identificada a niveles de raza. Trata la historia de la esclavitud de una manera tan hermosa, tan sentida, tan humana, en donde los personajes son más que esclavos, son más que víctimas, son más que negros, son seres humanos. Y yo creo que es una obra que, precisamente por adentrarse en esa experiencia, logra un nivel de universalidad que yo no le he visto a muchas otras. Esa novela me impactó mucho, la leí hace muchos años, pero vuelvo y la leo, vuelvo y la leo”.

    Pedro Páramo, de Juan Rulfo, cuenta cómo Juan Preciado, por encargo de su madre moribunda, fue a Comala para ajustar cuentas con su padre, Pedro Páramo, a quien no conoce. Juan Preciado emprende el viaje, conducido por Abundio, y se encuentra con un pueblo deshabitado y lleno de fantasmas.

   “En esta novela lo que me llama la atención es la estructura. Hace unos brincos en el tiempo, tiene una manera de jugar con la temporalidad y con lo que es realidad y con lo que es mentira de una forma que a mí me parece que es bien interesante. A niveles de estructura es una novela de la que aprendo mucho como escritora”.

   Tinísima, de Elena Poniatowska, es la historia de Tina Modotti, una fotógrafa, artista y militante política italiana, que vivió en México y fue amante de hombres tan apasionados como ella. Sus vivencias se mezclan con la historia del comunismo internacional, la historia de México y la historia de la guerra civil española. “Es tan cómico cómo la historia personal y la historia política se van entrelazando, me parece una novela interesantísima y bien buena”.

    Al preguntarle a la escritora si algunos de estos libros habían cambiado su forma de pensar, respondió: “Porque me han cambiado es que los recuerdo”. Y en cuanto a cómo han influido en su desempeño profesional, comentó: “Yo dependo de los libros, es fundamental, yo no sé vivir sin la lectura, para mí realmente no vale la pena vivir sin leer”.

    En cuanto a los criterios que utiliza para seleccionar lo que considera un buen libro dijo: “Yo uso el método de Horacio Quiroga, si un libro no me atrapa en las primeras dos o tres oraciones, lo cierro. El lector tiene que crecer y madurar para poder llegar hasta donde está el libro y a mí me ha pasado eso”.

     La escritora y profesora Mayra Santos-Febres considera que la lectura es absolutamente necesaria para la mujer actual. “La historia de las mujeres es una muy difícil de acceder, tú no la puedes ver en casi ningún lugar. Entonces, la presencia de la mujer pública sigue siendo una presencia basada en el cuerpo, en la belleza clasista y racista  y en la explotación sexual. La otra versión de lo que es ser mujer no está en la televisión, no está en el cine, no está en los videos musicales. Está en los libros, en los libros es donde único está. Si una no lee se va a equivocar en ser mujer”.

Nota: Este artículo es parte de una serie de entrevistas bajo el título "Qué libros leen las profesionales puertorriqueñas del siglo XXI",  2003.

“La lectura despierta mi imaginación...”

    “La lectura despierta mi imaginación como escritora. No puedo vivir un solo día sin leer. Yo podría quedarme encerrada en una biblioteca con agua y sandwichitos de queso y permanecer ahí toda la vida”, comentó  Magali García Ramis.


   Ésta es autora de dos libros de cuentos: La familia de todos nosotros y Las noches del riel de oro; una novela: Felices días tío Sergio; y un libro de ensayos y columnas periodísticas: La ciudad que me habita. Actualmente trabaja en su próxima novela: Las horas del sur.

    Magali García Ramis nació en Santurce. Hizo un bachillerato en Historia en la Universidad de Puerto Rico (UPR), recinto de Río Piedras. Una maestría en Ciencia del Periodismo en la Universidad de Columbia, Nueva York. Y tomó cursos doctorales en Estudios Latinoamericanos en la Universidad Nacional Autónoma de México.

   En la actualidad es profesora en la Escuela de Comunicación de la UPR, columnista en El Nuevo Día y escritora.

    García Ramis lee de diversos temas, pero afirma tener preferencia por la literatura biográfica. Los tres libros que más le han impactado en los últimos siete años son: El club Dumas, Un alma sin cadenas y Alarife de sueño.

    El club Dumas, de Arturo Pérez-Reverte, es una novela de aventuras en que el personaje de Lucas Corso tiene la encomienda de autentificar un manuscrito y descifrar el enigma de un extraño libro, quemado en el 1667 junto al hombre que lo imprimió. La indagación arrastra a Corso a una peligrosa búsqueda entre los más antiguos archivos y las más selectas bibliotecas.

    “Lo más que me impresionó del libro fue la aventura en torno a lo literario y el amor de la gente por los libros. Me encantó que esta novela de aventura se convirtiera en uno de los libros más vendidos porque es importante que la literatura sea buena y también sea divertida”.

    Un alma sin cadenas, de Katherine Frank, es una biografía de Emilie Brontë, una de las hermanas Brontë, las famosas escritoras inglesas. Ella  y sus hermanas eran muy pobres, pero autoeducadas. Fueron genios de la palabra y tuvieron que  publicar con nombre de varón. En el caso de Emilie escribió Cumbres borrascosas y se convirtió en una heroína. “Me fascina este libro porque muestra cómo la gente, cuando tiene una vocación,  no le importa otra cosa que vivirla y realizarla. Además, manifiesta lo valiente que fue esta mujer para romper el cerco terrible que le había impuesto su destino en la época que le tocó vivir. Me encanta la gente que se atreve a hacer lo que debe”.

    Alarife de sueño, de Enrique Vivoni, es la biografía de Pedro de Castro, el arquitecto que diseñó Casa de España y el Castillo Serallés, entre otros. Esta biografía es  un libro ilustrado con imágenes desde los años 30 hasta la llegada de la modernidad a Puerto Rico. Pedro de Castro tenía una mente muy creativa y aunque murió muy joven dejó un legado arquitectónico increíble.

  “Alarife de sueño me hace repensar sobre nuestra historia. Con este libro redescubrí un Puerto Rico que yo no conocía. También he podido reflexionar sobre lo que sé, lo que no sé y lo que vale la pena aprender”.

    “Para mí un buen libro es uno que me gusta, que me llena, que me enseña, que me dice algo que yo quiero escuchar. Yo entro a la librería La Tertulia  y es como si entrara a una dulcería. Yo me los compraría todos”.
   Para la escritora y profesora de periodismo, la lectura es sumamente importante para adquirir nuevo vocabulario y mejorar las destrezas de redacción y composición. Por eso le sugiere a sus estudiantes de periodismo que lean buena literatura.

   En cuanto a la importancia de la lectura comentó: “La lectura es indispensable tanto para la mujer como para el hombre. Es una fuente de aprendizaje y enriquecimiento personal. Es la clave para el éxito. Es un incentivo para la imaginación. La lectura es importantísima para el desarrollo intelectual, ya sea leyendo frente a una computadora o un  texto impreso. Sin el proceso mental de leer y decodificar no hay desarrollo del intelecto. De modo que la lectura es imprescindible”.

Nota: Este artículo es parte de una serie de entrevistas bajo el título "Qué libros leen las profesionales puertorriqueñas del siglo XXI",  2003.

“La lectura es conocimiento...”

       “La lectura es conocimiento y, para mí, el afán del ser humano es la búsqueda del conocimiento”. Así se expresó la poeta puertorriqueña Vanessa Droz Martínez, quien pertenece a la llamada Generación del 70.

      Esta poeta nació en Vega Baja. Estudió Literatura Comparada e Historia del Arte en la Universidad de Puerto Rico (UPR), recinto de Río Piedras. En el 1980 fundó, junto a otras escritoras puertorriqueñas, la revista cultural Reintegro. Ha publicado dos libros de poesía: La cicatriz a medias (1982) y Vicios de ángeles y otras pasiones privadas (1996). Este último le mereció el primer premio del Instituto de Literatura Puertorriqueña (compartido con Enrique Laguerre) por el mejor libro publicado ese año.

     Vanessa Droz ha sido periodista, líder comunitaria, columnista y crítica de arte. Actualmente tiene su propia empresa de relaciones públicas y diseño gráfico.


      “La lectura es un placer”, comentó. Leer es parte de su quehacer diario y disfruta hacerlo. Los tres libros que más le han impactado en los últimos siete años son: Bartleby y compañía, El manuscrito carmesí y Ficciones.

      Bartleby y compañía, de Enrique Vila-Matos, puede ser considerado como un texto de crítica literaria. El libro trata de los escritores que han optado por no escribir más, ya sea temporalmente o definitivamente. El autor analiza lo que significa la opción del silencio en lugar de seguir escribiendo. Habla de la infinidad de razones que puede tener un escritor para no escribir y lo importante y necesario que, muchas veces, suelen ser esos silencios.

     “Me gustó mucho el libro porque yo creo que hoy día hay muchos escritores que escriben para el mercado en lugar de escribir porque lo necesitan y porque tienen algo que decir. Muchos escriben por reconocimiento. La opción del silencio me parece sumamente importante antes de dejarse arrastrar por las exigencias del  mercado. Éste es un libro que permite mucha reflexión sobre lo que significa realmente el oficio de la escritura”.

     El manuscrito carmesí, de Antonio Gala, es la biografía novelada de “Boabdil el Chico”, el último sultán de Granada. En este libro se dan testimonios de una vida de gozos y sufrimientos por la que desfilan una galería de personajes históricos.

     “Es una obra maravillosa. Boabdil como personaje histórico es interesantísimo. Había designios de cómo él estaba destinado a ser el último rey moro. El libro, además, expone todo ese trasfondo político de lo que está sucediendo en España en el siglo XV con los árabes. Es una época fascinante”.

     Ficciones, de Jorge Luis Borges, es una antología de cuentos de diversos temas: el destino, el tiempo, el ser humano, etc. Incluye relatos detectivescos y cuentos de índole fantástico, entre otros.

      “Lo que más a mí me gusta de Borges en ese libro es el tema de los seres humanos como ficción,  como un invento de nosotros mismos y de los demás. Este libro lo he releído tres veces en mi vida porque es uno de los libros más inteligentes que he conocido, es decir, aporta conocimiento, ilumina la realidad de cada uno”.

      Para Vanessa Droz un buen libro es aquél que tiene fluidez, profundidad y que aporta entendimiento, sobre todo eso, que aporta al aprendizaje. Para ella el ser humano está constantemente en búsqueda de conocimiento. A veces lee un libro por casualidad o por recomendación de sus amigos. Nunca lee lo que está de moda.

     En su trabajo de relaciones públicas tiene que escribir mucho y revisar los textos que le envían. Tanto  la lectura como  el dominio del español le han ayudado mucho en este quehacer. Éste es el modo en que se gana la vida, pero su verdadera pasión es la literatura.

     En cuanto a la importancia de la lectura para la mujer actual, la poeta comentó: “La mujer tiene que leer para tener cultura general porque, como cualquier ser humano, tiene que darse cuenta de que una de las cosas que más atenta contra su desarrollo es la especialización de conocimiento de las áreas de trabajo. La mujer cada día tiene que exigirse más y trabajar más duro que el hombre. No se trata de luchar contra el género masculino, sino que una, como mujer, tiene que esforzarse en ser una mejor persona en todos los niveles. Competencia quiere decir que tú tienes que hacer las cosas bien por ti misma, independientemente de lo que esté haciendo la gente alrededor tuyo”.

Nota: Este artículo es parte de una serie de entrevistas bajo el título "Qué libros leen las profesionales puertorriqueñas del siglo XXI",  2003.

miércoles, 24 de agosto de 2011

El jíbaro de Manuel Alonso, primer manifiesto de nuestra literatura

      Manuel Alonso inició el criollismo literario puertorriqueño; fue el primer escritor insular que hizo de Puerto Rico un tema de preocupación para las letras. Según expresa Josefina Rivera de Álvarez,  en el libro Historia de la literatura puertorriqueña, Alonso es uno de los primeros escritores que cultiva el costumbrismo en Hispanoamérica. Los primeros cuadros de costumbres, en verso y prosa de El jíbaro, aparecieron en el Álbum puertorriqueño (1884) y en El cancionero de Borinquen (1846). Luego, Alonso recogió estos trabajos junto a otros de nueva producción, en el libro: El jíbaro (1849). Años después, entre el 1882-1883 publica una segunda edición con más trabajos poéticos y prosistas que había estado publicando en almanaques literarios y en la prensa periódica después de su regreso a Puerto Rico. De acuerdo a Rivera de Álvarez, en esta segunda parte, su obra adquiere caracteres propios de la narración y el ensayismo insular.
  
     El jíbaro, sin duda alguna, es uno de los libros más importantes de nuestra literatura porque es la primera manifestación representativa y original de la literatura costumbrista y criollista. Rivera de Álvarez señala que los romances campesinos y otros poemas de honda raíz popular y tradicional, así como los cuadros de costumbres en prosa, alejan a El jíbaro de la literatura de imitación y de influencias exóticas, proclamando la autonomía de las letras insulares y revelando por primera vez el alma de Puerto Rico.


     Esta obra es el primer libro que presenta escenas criollas en prosa y verso, en las cuales palpitan los pequeños episodios de la vida isleña, costumbres y tradiciones, tipos humanos, pasiones y virtudes, luchas y esperanzas, nuestra fisonomía material y espiritual, que responden a un amplio y profundo conocimiento de los usos y maneras de la Isla. De los escritos en verso, tanto Rivera de Álvarez como Ramón Luis Acevedo, señalan a los siguientes como los más importantes: “La fiesta del Utuao”, “Un casamiento jíbaro”, “El baile de garabato”, “Una pelea de gallos”, “Perico y Petrona”, entre otros. Estos cuadros costumbristas resaltan el colorido de la tradición rural puertorriqueña en cuanto a modos típicos de vestir y situaciones cotidianas.


    Rivera de Álvarez dice que la intención de Alonso es expresar nuestro “color local” y nuestros ingredientes de vida regionales. Ella lo compara con la obra de escritores españoles como: Estébanez Calderón, Larra, Mesonero Romanos y Bretón de los Herreros; porque cultiva como estos maestros del costumbrismo, la gracia humorística y el ingenio y agudeza de decir, aun cuando le falta cierta profundidad emocional, y en el caso de su verso criollo, la crítica señala que le falta cierta pureza lírica.


    Rivera de Álvarez destaca entre los escritos en prosa la genialidad con la que Alonso crea un relato de expresión puertorriqueña que analiza diversos rasgos de la personalidad colectiva insular. El autor señala descripciones de tipos criollos auténticos como: Perico Paciencia, símbolo de la mansedumbre y candor puertorriqueño; Agapito Avellaneda, señorito vividor y trepador convertido en funcionario público injusto y falto de honradez; el asilado de Beneficiencia, llamado Don Felipe, convencido en su locura de que Dios le había encomendado sostener el cielo para que no cayera sobre la tierra y la hiciera pedazos; el compadre Don Cándido, soñando siempre con ser Capitán de la Isla; y Don José de los Reyes Pisafirme, un jíbaro en la Capital, preocupado por el progreso; son algunos ejemplos de estos tipos criollos.


    Ramón Luis Acevedo, por su parte, señala en Antología crítica de la literatura puertorriqueña que El jíbaro es un libro muy variado y diverso que no carece de unidad. Él señala que “esta unidad está dada por la personalidad literaria del autor, su interés en los asuntos de Puerto Rico; su patriotismo crítico, mesurado y activo; su orgullo por lo propio; su actitud didáctica y su fe en la educación como instrumento de modernización; su fe en el progreso y su optimismo; su simpatía por lo popular y su identificación con el mundo campesino desde la perspectiva del sector profesional de la burguesía criolla; por su sano sentido del humor y su gracia y su ingenio para evadir la censura”. Acevedo señala que Alonso manifiesta sus cuadros de costumbres con viveza y amenidad, gran conocimiento y don de observación.


    La importancia del discurso de la obra radica en su lenguaje jíbaro presentado de forma llana, sencilla, elegante y comunicativa. Pedreira lo compara con El poema del Cid y Martín Fierro. Laguerre destaca la prosa expositiva y discursiva de Alonso que revela rasgos de expresión clara y sencilla, con reminiscencias estilísticas de Larra y de Cervantes. Y Rivera de Álvarez, por su parte, elogia la mezcla de lengua hablada y lengua literaria en los artículos de costumbres. Definitivamente, El jíbaro es nuestro primer cuadro costumbrista que retrata fielmente al campesino puertorriqueño del ayer.

martes, 5 de julio de 2011

Más que suicidas… voces que no se apagan


     “Quiero decirte que… Todo el mundo lo sabe. Si alguien pudiera haberme salvado, habrías sido tú. No me queda nada excepto la certeza de tu bondad. No puedo seguir destrozando tu vida por más tiempo. No creo que dos personas pudieran haber sido más felices de lo que lo hemos sido nosotros”.  Estas fueron algunas de las palabras plasmadas en la carta con la que Virginia Woolf se despidió de su marido Leonard Woolf.

     Esta escritora nació en Londres el 25 de enero de 1882 y se suicidó el 28 de marzo de 1941 ahogándose en el río Ouse, cerca de su casa de Sussex. Se cree que ya lo había intentado porque hacía pocos días había regresado a su casa con la ropa mojada. En aquella ocasión dijo que se había caído, pero es posible que aquel fracaso le sirviera para descubrir que lo que podía hacer era llenar de piedras sus bolsillos para no volver a fallar. Así lo hizo.

     Virginia Woolf representa un hito en la literatura inglesa. Sus primeras novelas, Fin de viaje (1915), Noche y día (1919) y El cuarto de Jacob (1922), ponen de manifiesto su determinación por ampliar las perspectivas de la novela más allá del mero acto de la narración. En sus novelas siguientes, La señora Dalloway (1925) y Al faro (1927), el argumento surge de la vida interior de los personajes, y los efectos psicológicos se logran a través de imágenes, símbolos y metáforas. Además escribió biografías y ensayos como Una habitación propia (1929), en la que aparece una crítica por la poca valoración de los derechos de la mujer. Su correspondencia y sus diarios, publicados póstumamente, son muy valiosos y sus obras de ficción son consideradas el antecedente de la novela psicológica en la literatura inglesa.

     Se dice que Virginia Woolf padecía de intensos episodios de depresión y que esto fue el catalítico para tomar la decisión de suicidarse.  Así lo confesó en la carta que dejó a su marido: “Estoy segura de que me vuelvo loca de nuevo. Creo que no puedo pasar por otra de esas espantosas temporadas. Esta vez no voy a recuperarme. Empiezo a oír voces y no puedo concentrarme. Así que estoy haciendo lo que me parece mejor”. 

     El poeta y escritor colombiano José Asunción Silva, también figura como otro suicida en la literatura. Nació en Bogotá en el  1865 y murió en el 1896. Sus poemas se caracterizan por la audacia y la originalidad del lenguaje y las imágenes; el tema del amor aparece plagado de referencias eróticas, y no faltaron rumores que los relacionaban con una supuesta pasión secreta por su hermana Elvira. Cuando ella murió le dedicó su elegía “Nocturno III”, una de sus obras más celebradas. Veamos un fragmento.


Esta noche solo, el alma llena de las infinitas amarguras y agonías de tu muerte,
separado de ti misma,  por la sombra, por el tiempo y la distancia,
por el infinito negro donde nuestra voz no alcanza, solo y mudo por la senda caminaba…

Sentí frío, era el frío que tenían en la alcoba tus mejillas y tus sienes y tus manos adoradas,
entre las blancuras níveas de las mortuorias sábanas.
Era el frío del sepulcro, era el frío de la muerte, era el frío de la nada...

     Asunción Silva se suicidó a los treinta y un años. Se dice que las causas de su deceso fueron la desesperación por sus deudas, la muerte de su hermana y la pérdida de un manuscrito en el mar justo antes de su publicación. Según cuentan, el poeta fue al médico y le preguntó dónde quedaba el corazón. Le pidió que se lo dibujara con lápiz y el médico lo hizo sin saber que al llegar a su casa, Asunción Silva apuntaría directamente allí, con un arma, y se dispararía para morir fulminantemente.

     Los críticos lo llaman  el precursor del modernismo en Colombia y está considerado como uno de los más importantes poetas de Latinoamérica. Sus poemas, recopilados tras su muerte, se publicaron en Barcelona en 1906 con el título de Poesías, y su obra completa en 1942, en México, con el de Prosas y versos de José Asunción Silva. También es autor de la novela De sobremesa.

    Alfonsina Storni fue otra que decidió su hora de dormir. Esta poeta nació en 1892 en la ciudad de Laggagia, Suiza, y emigró con sus padres a Argentina cuando era una niña. Su obra poética nace de su gran sensibilidad anímica y abarca desde el postmodernismo hasta una posición singular dentro de las corrientes vanguardistas de la época. Sin embargo, la nota más persistente en ella es el amor, entendido casi siempre como una especie de furor, contrastante sentimiento romántico con notas irónicas, la dualidad entre el ser y el no ser.


     Sus obras: La inquietud del rosal (1916), El dulce daño (1918), Irremediablemente (1919) y Languidez (1920), son íntimas y personales, mientras que Ocre (1925), Mundo de siete pozos (1936) y Mascarilla y trébol (1938), constituyen obras llenas de simbolismos y abstracciones. En el año 1960 se publicaron algunos de sus poemarios inéditos: Cinco cartas y una golondrina y Poemas olvidados.

     Según sus biógrafos, Alfonsina sufría de depresión, pero el motivo que la llevó al suicidio fue el cáncer. Murió en el mar el 25 de octubre de 1938, se lanzó desde un espigón de la playa La Perla, en Mar del Plata, y su cuerpo fue hallado a la mañana siguiente por dos obreros que pasaban. En el lugar se ha erigido el monumento al que cada 25 de octubre se acercan cientos de personas a honrar la memoria de la poeta. Pocos días antes de su muerte escribió un poema que revela sus claros deseos de suicidio, "Voy a dormir":

Voy a dormir, nodriza mía, acuéstame.
Ponme una lámpara a la cabecera,
una constelación, la que te guste…
… si él llama nuevamente por teléfono
le dices que no insista, que he salido.

     Otro que decidió poner fin a sus días  fue el escritor Horacio Quiroga. Nació el 31 de diciembre de 1878 en Salto, Uruguay. Despuntó en el ámbito literario en 1901 cuando publicó el volumen de prosas líricas, poemas y cuentos, Los arrecifes de coral, de rasgos posrománticos y modernistas. Sus vivencias en la selva quedaron plasmadas en las obras Los perseguidos  (1905) y El crimen del otro (1904). En 1908 publicó su novela Historia de un amor turbio. En el 1917 publicó Cuentos de amor, de locura y de muerte. Más tarde su prestigio literario se consolidó con Cuentos de la selva (1919) y El salvaje (1920). En 1921  publicó los relatos de Anaconda, a los que siguieron El desierto (1924) y  Los desterrados (1926).


     Sin embargo, su vida personal estuvo llena de penurias. Su primera esposa lo abandonó y se suicidó. Quiroga permaneció en la selva, donde continuó escribiendo textos trágicos como Pasado amor (1927). La tragedia es una constante en su vida: su padre muere al disparársele accidentalmente su escopeta, su padrastro se suicidó y, siendo aún muy joven, Quiroga mató a su amigo Federico Ferrando al dispararle involuntariamente.

El 19 de febrero de 1937 apareció muerto por ingestión de cianuro. Se cree que su suicidio se dio poco después de enterarse que sufría de cáncer gástrico. Además atravesaba  serias dificultades económicas y matrimoniales.

     Otra suicida para la historia es Sylvia Plath. Nació el 27 de octubre de 1932 en Massachusetts y murió  el 11 de febrero de 1963. La intensidad de la vida y de la poesía de esta escritora norteamericana ha hecho de ella un mito literario, que la tragedia de su suicidio, en la cima de su creatividad, no han hecho sino cimentar.


     Plath desde muy joven padecía de desórdenes mentales y tenía una conducta depresiva. La tentación del suicidio la venció por primera vez a los 20 años. Constantemente se hacía dos preguntas: "¿Puede una mujer autosuficiente, excéntrica, celosa y con poca imaginación escribir algo que valga realmente la pena?, y ¿puede formar una pareja?".

     Encontró el amor al lado de Ted Hughes, un poeta que aparentaba ser capaz de entender sus ambiciones y compartir sus sueños. La pasión que surge entre ellos parece compensar su desasosiego. Sin embargo, se separaron a causa de una infidelidad de él.

     También logró dejar un legado literario. Su primer libro fue  El coloso (1960). Ariel (1965) está considerado como su mejor poemario que, al igual que su poesía posterior publicada después de su suicidio, refleja un ensimismamiento. La campana de cristal (1963), novela que se editó bajo el seudónimo de Victoria Lewis, es un relato autobiográfico. Su correspondencia, Cartas a casa, (1950-1963), fue publicada en 1975. Otras obras, editadas póstumamente, son Cruzando el agua (1971) y Árboles de invierno (1972).

     Separada de su marido, con dos niños a cargo, casi sin dinero y atravesando una nueva crisis emocional, Sylvia Plath volvió a pensar en el suicidio. A sus treinta años se quitó la vida asfixiándose con gas. “Morir es un arte", escribió, "y yo lo hago excepcionalmente bien". 

     Cada uno de estos cinco escritores tiene una historia muy interesante. Vivieron intensamente y atropelladamente. Sin embargo, son más que suicidas, son voces que no se apagan porque sus obras perduran como un legado de incalculable valor.

jueves, 9 de junio de 2011

¿Existen las musas?*

                        "Cuéntame, Musa, la historia del hombre de muchos senderos,
                         que, después de destruir la sacra ciudad de Troya,
                         anduvo peregrinando larguísimo tiempo".
                                                                              Homero, La Odisea

     La inspiración es un estímulo que se produce instantáneamente y sin esfuerzo. Para el oficio de la escritura y de todas las bellas artes, la visita de las musas es un fenómeno extraño conocido como inspiración. Se trata de las ideas que no suelen acudir cuando se quiere, sino cuando menos se espera. Misteriosamente, así… acuden de pronto.

    Según  la mitología griega las musas son cantoras divinas engendradas por Zeus y Mnemósine, nacidas de nueve noches de amor entre éstos. Estas ninfas poseen virtudes proféticas capaces de inspirar toda clase de poesía, así como de narrar a un tiempo el presente, el pasado e incluso el futuro. Se presentan como cantantes en las fiestas de los dioses, y forman parte del séquito de Apolo. Su primer canto fue el de la victoria de los dioses del Olimpo sobre los Titanes y el establecimiento de un nuevo orden cósmico. También se cree que acompañaban a los reyes, dándoles las palabras necesarias para gobernar, inspirándoles sabiduría y otorgándoles la virtud de la justicia y la clemencia, con la que se ganaban el amor de sus súbditos.

    
    Según el poeta Hesíodo existen nueve musas: Clío, la que ofrece gloria; Euterpe, la muy placentera; Talía, la festiva; Melpómene, la melodiosa; Terpsícore, la que deleita en la danza; Érato, la amable; Polimnia, la de muchos himnos; Urania, la celestial y Calíope, la de bella voz.


     A partir del siglo IV a. C a cada musa se le asignó un dominio o función propia dentro de la literatura. Además, se les atribuyeron una serie de emblemas característicos que son los que nos permiten reconocerlas y distinguirlas en las representaciones gráficas.


    Según Hesíodo Calíope enseñó el canto a Aquiles, el famoso héroe griego de la Guerra de Troya, y es la protectora de la poesía épica. Varias leyendas la presentan como la madre de los cantores Orfeo y Linus. A Clío se le atribuye la Historia y  la poesía heroica. Es también la madre de Jacinto, compañero de Apolo. Érato es la musa de la lírica coral, especialmente de la poesía amorosa. A Euterpe se le atribuye la poesía lírica y  la música; a Melpómene la tragedia, y a Polimnia el arte de la pantomima. Talía es la protectora de la comedia. Terpsícore es la musa de la danza y de los coros dramáticos; varias leyendas le atribuyen la maternidad de las sirenas. Urania es la protectora de los astrónomos y los astrólogos.


    De acuerdo a la mitología griega, las musas deleitaban a Zeus y a los demás dioses en el Olimpo con sus coros e himnos. Otras veces descendían a la Tierra, actuando de mediadoras entre lo divino y los seres humanos gracias a la inspiración que transmitían.


    Hoy día la búsqueda de las musas puede ser interminable y casi tan afanada como la acción de crear. En la actualidad todavía hay artistas que las invocan, de diversas formas, para obtener la ansiada inspiración.  La escritora Isabel Allende ha confesado innumerables veces que comienza siempre sus obras el día ocho de enero. Cuentan que Borges se sumergía cada mañana en una bañera de agua caliente para meditar si podía o no sacar partido literario de lo que acababa de soñar. Gabriel  García Márquez, por su parte, prefiere escribir  con una flor amarilla sobre el escritorio. ¿Acaso se trata de métodos para atraer las musas?


    La esposa de José Saramago ha dicho públicamente que cuando el escritor está apático y  falto de inspiración para escribir es cuando está a punto de recibir el soplo de las musas. Muchos artistas y escritores no pierden lápiz y papel para escribir cualquier idea que les asalte de pronto: a mitad del sueño, en el tren, en la oficina, en  la autopista. Donde sea. ¿Será que tantos siglos después siguen rondando la Tierra las hijas de Zeus? Posiblemente.


    Mitológicamente hablando, sí, existen las musas. Quizá en el mundo moderno ya no se llamen Clío, Euterpe, Talía, Melpómene, Terpsícore, Érato, Polimnia, Urania o  Calíope, pero   -mito o realidad- lo cierto es que aún los artistas contemporáneos idean maneras de atraer la inspiración. Llámense como las llamen estas cantoras divinas siguen descendiendo a la Tierra como palabras, figuras, imágenes, música… Son la fuente mítica que inspira las artes.

        *Este artículo fue publicado en la revista Letras Nuevas, 2007, Año 2, Número 2.