martes, 14 de febrero de 2012

CUPIDO NO ES EL NOMBRE

    Según Gareth Leng, experto en asuntos del cerebro y profesor de la Universidad de Edimburgo,  la hormona oxitocina es la que ayuda a forjar lazos afectivos en las parejas. Aunque los románticos prefieren decir que es Cupido quien flecha los corazones de  los amantes, la química explica que no se llama Cupido, sino oxitocina.
                                                                                                                    


    La mitología representa a Cupido como un niño con alas para indicar que el amor pasa pronto, y con los ojos vendados para probar que el amor no ve defectos. Sin embargo, la ciencia explica que el amor es un proceso bioquímico que se inicia en la corteza cerebral, pasa a las neuronas y de allí al sistema endocrino, dando lugar a respuestas fisiológicas intensas. Los investigadores han señalado tres etapas: deseo, atracción y apego.  Y cada una está asociada a ciertos procesos químicos.

    El deseo surge a través de la atracción física. Comienza con un coqueteo que puede incluir miradas, roces, sonrisas y reflejos en el lenguaje corporal. Los dos compuestos químicos que surgen en esta etapa son las hormonas testosterona y estrógeno, y las feromonas que son las “huellas aromáticas” individuales.

    La atracción se caracteriza por la alegría que se siente cuando las cosas van bien y la tristeza cuando van mal. Durante esta etapa se puede tener síntomas como pérdida de apetito, dificultad para concentrarse, sudor en las manos, etc. Estos síntomas se deben a compuestos químicos llamados monoaminas que constituyen el grupo principal de neurotransmisores del sistema nervioso: dopamina asociada al sistema de placer del cerebro; feniletilamina, estimulante conocido como la anfetamina natural; serotonina, que controla los impulsos; y norepinefrina, que es otro neurotransmisor que induce euforia en el cerebro. No obstante, según los investigadores, con el tiempo el organismo se va haciendo resistente a los efectos de estas sustancias y la locura de la pasión se desvanece gradualmente.

    La tercera etapa es el  apego a un compañero con el que se lleva  mucho tiempo.  Se siente una sensación de calma y estabilidad y las parejas se mantienen unidas. Esta clase de amor está dirigida por otras hormonas: oxitocina conocida  como "la sustancia química del abrazo"; vasopresina, también llamada "la sustancia química de la monogamia" y endorfinas que son compuestos bioquímicos que potencian el sistema inmunitario.

    Los expertos dicen que para llegar a esta etapa y conservar la pareja es necesario buscar mecanismos socioculturales que logren mantenerlos unidos. Por ejemplo: grata convivencia, compañerismo, intereses mutuos, etc. Si no se establece empatía, cuando las sustancias químicas dejen de hacer efecto, la pareja se sentirá menos enamorada y comenzará la insatisfacción que conducirá  a la separación.

    No culpe más a Cupido por sus amores y desamores, culpe a los cambios que se producen en su cerebro y a la liberación de los compuestos químicos.


Datos curiosos sobre la química del amor

•    La feniletilamina controla el paso de la fase del deseo al amor. Es un compuesto químico con un  efecto tan poderoso que puede ser  adictivo. Sus dependientes tienden a saltar de un romance a otro.

•    Las personas tienen un olor corporal muy sutil cuando les gusta alguien. Esto es porque las glándulas de la piel segregan feromonas. Si este olor es agradable para el otro, ocurre la atracción.


•    Estudios recientes han demostrado que el comportamiento monógamo de los humanos también tiene una base bioquímica, y afirman que el sexo incrementa el sentimiento de unión en la pareja.

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